Med. Vet. Mario H. Sirvén – Coordinador de la Comisión Técnica de Bienestar Animal, APROCAL
mhsirven@gmail.com
Desde el tratamiento intuitivo de las mastitis clínicas, con total desconocimiento de la enfermedad y los fármacos, hasta los planes de control racionales y bien llevados, hay una amplia gama de errores, mal uso de antibióticos y fracasos terapéuticos.
Quienes trabajamos en el control de la enfermedad en las lecherías bovinas tenemos, como sucede en casi todos los casos, una visión muy lineal a la hora de trabajar. Para ejemplificar basta con haber tenido la experiencia de atenderse con algún médico a través de una obra social o de una empresa de medicina prepaga en un consultorio externo de una clínica: anamnesis, revisación semiológica (cuando se hace), tipeo en computadora, confección de una orden para uno o más estudios de laboratorio y/o por imágenes y la confección de una o más recetas para la compra de medicamentos, generalmente paliativos para los síntomas expresados en la anamnesis ¡TODO ESTO EN NO MÁS DE 15 MINUTOS!
Los médicos tienen protocolos y se atienen a ellos para poder “malhacer” su trabajo en pocos minutos y poder sumar muchas consultas diarias, única forma de redondear una retribución digna a fin de mes. Una consulta particular, con un experto facultativo y que dure lo que haga falta, es para la mayoría imposible de costear.
Sin llegar a esa situación, nuestros procedimientos son muchas veces tan lineales como los de los médicos de los consultorios externos de los nosocomios.
Es cierto que no siempre es posible hacer mucho más que esto, principalmente porque para muchos productores y tamberos la preocupación no va más allá de la mastitis clínica y recurren a nosotros principalmente para que les indiquemos qué productos usar “para terminar con el problema”.
Sin embargo, todos sabemos que la enfermedad, infecciosa y contagiosa, la que causa más pérdidas económicas en las lecherías de todo el mundo y que, como dijo el prestigioso médico veterinario Dr. Carlos Corbellini, “la mastitis es una enfermedad de los productores lecheros, más que de las vacas”.
Para que los tratamientos tengan la mayor eficacia posible, se recurre a los laboratorios bacteriológicos, que realizan cultivos de muestras de leche de vacas enfermas y de leche “de tanque”, se hacen antibiogramas y pruebas químicas para determinar resistencia, etc.
La variabilidad de microorganismos patógenos de la ubre, del grado de gravedad de las infecciones y de las propias características de los animales enfermos (edad, número de lactancia, conformación de ubre, momento de lactancia, etc.) hace indicado implementar otras tecnologías, como es el “cultivo en tambo” y la pluralidad de protocolos de acuerdo a resultados del mismo, así como el uso de algún software especialmente diseñado para llevar registros necesarios y orientar los tratamientos y hasta la robótica y la telemática para el diagnóstico de la enfermedad.
Y todavía no mencioné las mastitis subclínicas, causantes de las mayores pérdidas económicas e íntimamente relacionadas con los casos clínicos y las infecciones crónicas.
Visto el problema y su gravedad, apuntamos a extremar las medidas de prevención, en busca de minimizar las nuevas infecciones.
El último ítem de la lista anterior es ya algo que la mayoría de los asesores no atendemos debidamente. Sabemos que hay razas lecheras que han sido sometidas durante muchos años a la selección por resistencia a la mastitis y hoy tienen vacas sanas con ubres sanas en su gran mayoría. Pero poco se tiene en cuenta este factor, hereditario, a la hora de decidir cruzamientos, así como poco se atiende a los indicadores de mastitis en pruebas de progenie e información genómica de toros de razas puras.
Seguramente, muchos estarán de acuerdo en que no hay mucho más que hacer para el control de la mastitis. Sin embargo, el pensamiento lineal puede alejarnos de herramientas útiles y necesarias, por bien que cumplamos con las que están vigentes en nuestro portfolio de indicaciones y acciones para un buen plan de control de la enfermedad.
Hay más cosas por hacer en prevención que no solamente no suman problemas sino que apuntan a simplificar los controles y mejorar los resultados:
Lo primero que se piensa cuando se menciona la prevención en cualquier enfermedad infecciosa es el uso de vacunas y está bien que así sea. Las experiencias con vacunas preventivas de mastitis son muchas y con resultados muy distintos.
En primer lugar son muchos los géneros de microorganismos capaces de infectar las ubres, por lo que ninguna vacuna mono o bivalente puede proteger contra todos ellos.
En segundo lugar no es fácil lograr, en el tejido mamario, la inmunidad necesaria para que las vacunas sean soluciones definitivas. Sí es importante contar con ellas y utilizarlas en casos determinados, pero como un ítem más de un plan de control integral de la enfermedad.
Deberíamos entonces sumar, a todos los puntos de un plan de control, la búsqueda de inmunidad inespecífica en la glándula mamaria, que depende directamente de la actividad del sistema inmune de la vaca.
Ahora bien ¿cómo se mencionaría un estado del animal en el que se den todas estas condiciones? Sí; se le llamaría ESTADO DE BIENESTAR.
Entonces, para lograr inmunidad en la ubre debemos lograr inmunidad en la vaca, para lo que debemos proporcionarle BIENESTAR.
CAMBIO DE PARADIGMA
Es en este punto donde quiero proponer a mis colegas UN CAMBIO DE PARADIGMA, propuesta que nace del éxito que se alcanza cuando nuestro equipo logra practicarlo: se trata de PRIORIZAR EL BIENESTAR.
Para eso hay que conocer los factores de estrés que afectan el bienestar y por lo tanto la inmunidad, evitando el ANTROPOMORFISMO, que es por definición “la atribución de cualidades humanas a los animales”.
Las vacas tienen sensaciones y emociones que no siempre son semejantes a las de los humanos, y por ser poco demostrativas de algunas de ellas (dolor y miedo) es necesario que el personal a cargo de los animales las conozca, para evitarlas y no caer en falta de bienestar y por lo tanto de inmunidad.
Que el antropomorfismo sea una característica innata de los seres humanos obliga a capacitarse acerca de las características propias de los animales para trabajar con ellos en forma eficiente.
Desde cómo ven los bovinos, pasando por cuáles son los ruidos que los asustan y hasta cuáles son las causas de miedo, reales y potenciales, como el arreo con apuro o los movimientos bruscos, hay muchos factores de estrés que para nosotros son impensados pero que alteran el bienestar y el confort de las vacas lecheras.
Los factores de estrés son varios y es necesario conocerlos, así como tener siempre presente que la mayoría del estrés es SUBCLÍNICO, pero con consecuencias importantes en la SALUD, FERTILIDAD E INMUNIDAD.
¿Cómo se entiende que nuestros rodeos tengan entre el 40 y el 60% de vacas con algún grado de infección mamaria si no es por una pobre inmunidad?
Evitar el estrés a través de evitar sus causas es la primera herramienta de prevención para las mastitis y el resto de las enfermedades infecciosas que afectan al ganado lechero.
Por otra parte, el bienestar no solamente previene, también promueve a la eficacia de los tratamientos con antimicrobianos. De poco sirve tratar con antibióticos a una vaca inmunodeprimida a causa de estrés, el mismo estrés que causa el dolor de las mastitis, por ejemplo. Cualquier otro factor de estrés puede haber facilitado la instalación de la infección por falta de inmunidad.
Es recomendable tratar a las vacas estresadas con antibióticos bactericidas, ya que al ser pobre la colaboración del sistema inmune los bacteriostáticos tienen aun menos eficacia.
Pero ¿cuántas vacas en producción en nuestra región no viven en un estado prácticamente permanente o de alta frecuencia de estrés subclínico?
Las vacas sin estrés no solamente se enferman menos, sino que los tratamientos son más efectivos y las curaciones clínicas suceden en menos tiempo. Este es el motivo por el cual los protocolos de tratamientos de las mastitis de Grado 2 incluyen antiinflamatorios no corticoides: al disminuir el dolor disminuye el estrés, no cae la inmunidad y los antibióticos encuentran la necesaria ayuda de su principal aliado; el sistema inmune.
Una consecuencia del estrés que siempre mencionamos pero que pocas veces utilizamos como diagnóstico, es la disminución del tiempo de rumia del animal estresado, ya sea por enfermedad, calor, dolor o miedo.
En el siguiente gráfico se observan claramente las curvas del tiempo diario de rumia de dos vacas que sufrieron mastitis clínicas; el tiempo de rumia baja cuando hay estrés por cualquier causa, incluido el dolor de una mastitis.
El gráfico de la izquierda muestra la caída del tiempo de rumia al momento de iniciarse la mastitis y la rápida recuperación luego de un tratamiento antibiótico acompañado de un AINES con buen poder analgésico. El gráfico de la derecha, en cambio, es de una vaca que repitió mastitis clínica de Grado 2 a los pocos días del tratamiento sin antiinflamatorio.
¡Pero cuidado! desde que el bienestar se puso “de moda” aparecieron los insumos contra el estrés, algunos de los cuales pretenden actuar directamente sobre el organismo de los animales para contrarrestar los efectos del estrés, como por ejemplo una “feromona antiestrés” o un producto antioxidante para la dieta, etc. Nadie duda de la eficacia de estos productos, como nadie duda de la calidad de algunos antibióticos, pero ¿no es hora de evitar el estrés en lugar de tratarlo?
A esto me refiero con el CAMBIO DE PARADIGMA ¿Cómo se logra que un plan de control de mastitis sea exitoso con vacas que diariamente sufren dolores, o miedos, o sed, o hambre, o falta de rutina o malos tratos? La prevención del estrés colaborará en reducir el uso de antibióticos, que es hoy un objetivo global instalado con más que suficientes fundamentos.
¿HAY QUE REDUCIR EL USO DE ANTIBIÓTICOS? O ¿REDUCIR LA NECESIDAD DEL USO DE ANTIBIÓTICOS?
Comenzar por la capacitación criteriosa del personal de ordeño, teniendo muy en cuenta el nivel de captación que los operarios de la lechería tengan, lograr la motivación necesaria para que respeten su propio trabajo, mantener instalaciones acordes con el bienestar de las vacas, tanto en diseño como en dimensionamiento y ser constantes en la supervisión y reentrenamiento del personal debería ser el primer paso de un plan de control de mastitis exitoso. A esto llamo yo UN CAMBIO DE PARADIGMA.
Por último:
NO SE LOGRA BIENESTAR EN LAS VACAS SI NO HAY BIENESTAR EN LA GENTE (NI LO INTENTEN).